El aspecto más común bajo el cual se suele presentar el azufre es en forma de cristales bipiramidales, pero también nos podemos encontrar con agregados granulares o incrustaciones. En estado puro su color es amarillo o amarillo miel, pudiendo adquirir tonalidades oscuras dependiendo de las impurezas que lleve. Los cristales son entre transparentes y traslúcidos, y producen un polvo blanco al rayar su superficie.
Entre las propiedades físicas hay que destacar su fragilidad, ligereza y dificultad de exfoliación (no se rompe formando láminas paralelas). Es muy mal conductor del calor, hasta el punto de que si se mantiene durante un rato un cristal en la mano, el calor de ésta primero vuelve turbio al mineral y después puede llegar, incluso, a romperlo.
Suele aparecer en las cercanías de los volcanes, en yacimientos salinos o en depósitos sedimentarios en los que existan yacimientos petrolíferos en sus proximidades.
El uso más común del azufre es como materia prima para la obtención del ácido sulfúrico en la industria, pero también se emplea en la fabricación de cerillas, polvora, pintura, fertilizantes y sustancias de tipo medicinal contra las enfermedades producidas por hongos. Para obtenerlo se realiza una profunda canalización hasta el yacimiento y a través de ésta se inyecta agua caliente a presión. Por un tubo concéntrico sale a la superficie una mezcla de agua y azufre fundido, listo para su procesamiento tras una larga y difícil elaboración.
SABIAS QUÉ...
Existe un mineral que, aunque poco frecuente, se parece al azufre cristalizado: la esfalerita amarilla. La mejor forma para reconocerlo es su fácil exfoliación, frente a la prácticamente inexistente del azufre.
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