Se presenta normalmente en forma de agrupaciones de cristales muy pequeños o en costras de aspecto terroso; en raras ocasiones aparece en cristales aplanados de forma acicular y con finas estriaciones. Estos son trasparentes o traslúcidos, de un característico color verde miel y con un brillo vítreo u opaco.
En cuanto a sus propiedades físicas hay que señalar que es un mineral muy blando, frágil y pesado. Se solubiliza bien en cualquier tipo de ácido y es fácilmente fusible; durante este último proceso cambia paulatinamente de color y adquiere tintes negruzcos antes de llegar a fundirse totalmente.
Aparece como mineral secundario en la zona de alteración superficial de los yacimientos de níquel, donde recibe el típico nombre de "flor de níquel". Se suele encontrar asociado a cristales de simplesita, adamina, escorodita, malaquita y azurita.
Su utilidad, desde el punto de vista industrial, es muy escasa, ya que raras veces se encuentran masas lo suficientemente grandes como para que merezca la pena su explotación. Sin embargo, constituye una pieza de interés para los estudiosos y coleccionistas de mienrales.
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